Quiubo, banda intolerante. Como ya se la saben, aquí les viene su héroe de barrio que les trae la información más certera del pancracio político de Puebla.
Así que agárrense, porque me les vengo. Y conste que no les aviso dos veces.
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Me cae de madre que hay animales que ni viendo que arrecia la tempestad se hincan. Entre esos, pongan el nombre del dirigente estatal del PRI en Puebla, Néstor Camarillo, con eso de que le gusta armar sendos pachangones en pleno Covidio.
Si ya el maldito virus se nos anda subiendo a las barbas, mínimo hay que echarnos la mano y dejar de andar haciéndole al vivo, porque la huesuda anda a la vuelta de la esquina.
Y es que pasadita la elección del 6 de junio, el patrono de los tricolores echó la casa por la ventana y nomás por el gusto se armaron los whiskylucans y bacachos, disque para acercarse con amigos, medios, orejas y colados.
Me cuentan que la pachanga dejó un regadero de contagios que no nomás afectó a decenas de priistas y a sus círculos cercanos.
Pero ahí no quedó la cosa, mi manada, porque este fin pasado, —ya encarrilado y festejando su cumple— organizó otro jolgorio de época.
Y no me hagan mucho caso carnalitos, pero si a los números vamos, nomás calculan que 300 personas le cantaron las fanfarrias a Nestorito.
¿Sabrá el mesías de los tricolores cuántos se habrán contagiado sólo por las ganas de aventarse unos alipuses?
¿Ya les habrá mandado el tanque de oxígeno pa'l mal rato?
¡Nel, manada!, así como lo leen, porque salió igualito que el mentado dicho de los cuates, que nomás en las calamidades se conoce a los verdaderos amigos.
Habrá que esperar el recuento de los daños de la mentada covireunión tricolor y el festejo del cumpleañero para ver si valió la pena andar jugándole al vivo.
Neta que se les debería caer la cara de vergüenza, porque si el Covidio avanza es también por bárbaros como estos, que dicen “no pasa nada” y más tarde andan pagando justos por pecadores. ¿O no?