Cuando usted piensa en energía es probable que lo relacione con gasolina, gas natural o LP, carbón y similares. Cuando usted hace esta categorización está pensando en hidrocarburos, mezcla de carbono e hidrógeno, las substancias principales que forman toda la vida que conocemos. Los seres vivos las vamos acumulando y al morir –a través de procesos geológicos y atmosféricos– existe la posibilidad de aprovechar este reservorio generacional.
Sin embargo, si usted es algo más actualizado y gusta estar al tanto podría pensar en otro elemento de moda: el litio. Ese material que podría ser utilizado para crear las baterías del futuro y electrificar al mundo.
Pero tenemos un problema con él. De los 94 elementos químicos que conforman nuestro planeta es el lugar 33. En porcentajes apenas es el 0.002% de nuestro planeta. Aunque le pueda parecer un número pequeñísimo, siguen siendo miles de millones de toneladas. ¿Cuál es el problema entonces? Que es complicado de purificar y no lo encontramos uniformemente.
Apostar por un elemento tan escaso es peligroso, aunque de enormes recompensas bien manejado. México y Puebla tendrían posibilidades si el mundo se moviera en esa dirección. Tanto por los recursos que tiene nuestra entidad como la intensa labor que el senador poblano Alejandro Armenta ha hecho para impulsar su explotación con la rectoría del estado.
Le presento la otra cara de la moneda con otro elemento –menos conocido– pero del cual usted está seguramente sujetando una minúscula fracción: el cobalto.
Este elemento es fundamental para la construcción de baterías modernas, en sus electrodos. Pero su producción se concentra en la República Democrática del Congo. El segundo productor, Rusia, produce 16 veces menos. Como no hemos encontrado sustituto las industrias lo ansían enfermizamente, sin importar que la mayor producción provenga de minas que utilizan mano de obra infantil en condiciones infrahumanas. El cobalto es el elemento 31 más abundante en la Tierra, más que el litio.
El desarrollo humano ha cruzado por los elementos químicos más abundantes. Fáciles de encontrar y con mayor posibilidad de industrias. Vea al hierro y el aluminio, los elementos en tercer y cuarto lugar. O el silicio, que permite el mundo de los semiconductores desde su posición como el segundo elemento más común de la corteza terrestre.
El futuro energético va por la abundancia, debemos abandonar los hidrocarburos y encontrar algo que nos permita generar tres veces la energía que ellos nos dan; a ese ritmo crecemos. Ese futuro se llama hidrógeno y es el plan maestro para arruinar al mundo del jugo de dinosaurio. El hidrógeno puede ser quemado como lo hacemos tradicionalmente, solo emitiendo agua como residuo.
En México tenemos varios proyectos en pañales. Uno de CFE en Puerto Peñasco, Sonora. Además de otros cuatro de la iniciativa privada con inversiones de mil quinientos millones de dólares en Guanajuato y Durango. Puebla necesita ponerse las pilas y pelear en la categoría que le corresponde, peso pesado.