Todo parece peor en estas épocas. Calamidades, conflictos armados, violencia desatada, cambio climático y tremendas incertidumbres. Jamás la humanidad ha vivido con mejor calidad de vida que en este momento, pero concedamos que usted está hasta el gorro de todo y quiere esperar un ratito a que las cosas mejoren. Si tiene los recursos podrá tomarse un año sabático, pero, ¿qué tal una década o un siglo? La respuesta es el torpor o, como lo puede conocer mejor: hibernación.
Esta habilidad la habrá visto en animales tan variados como tortugas, osos o abejas. Los primates también tuvimos esa habilidad, aunque la apagamos en algún momento de la evolución. Hoy en día solo un pequeño puñado de lémures son capaces de ello.
Le hará sentido que un organismo pueda tomarse estos aletargamientos para sobrellevar condiciones complicadas. No siempre habrá alimento o condiciones ideales para vivir. Mejor una pestañita y regresar cuando las cosas pinten mejor.
¿Para qué quisiéramos acceder a estos modos de reposo casi absoluto? Las respuestas son varias y llegan hasta donde la imaginación lo permita.
Una realidad es que cientos de las enfermedades que aquejan a la humanidad están fuera de nuestras capacidades para curarlas. Poner los cuerpos en un estado de reposo por algunos años permitiría esperar a que las ciencias médicas se acercaran a curarlas. Es más fácil arreglar un coche estacionado que uno a varios kilómetros por hora.
Otra respuesta la habrá visto en la ciencia ficción: los viajes espaciales. Con la tecnología actual se puede llegar a Marte en unos ocho meses, no es un problema el viaje, la logística es la complicada. Llevar alimentos para tanto tiempo es un problemón, así como los inconvenientes de estar metido en una lata; mejor pongamos todo en pausa hasta que lleguemos al planeta rojo, o el que usted desee.
Existen grandes problemas para que los humanos entremos a estos periodos de reposo. Usted habrá visto las complicaciones de las personas que quedan en coma. Pérdida de masa muscular y ósea, así como daños irreversibles en nuestros cerebros. Pero los retos son el combustible de la imaginación humana.
En 2013 –en la Universidad de Bolonia– un grupo de investigadores logró inducir hibernación de manera artificial. Con un cóctel de drogas se logró apagar una parte del cerebro que mantiene alerta a un animal que no lo hiberna naturalmente: una rata.
Junto con estas exploraciones hay compañías investigando diversas aristas de la hibernación. SpaceWorks Enterprises busca crear cápsulas de hibernación para viajes interestelares. Fauna Bio busca encontrar los genes que nos permitan prender y apagar estos periodos de torpor. Si no es negocio no habrá quien lo haga.
Los retos vendrán aún después de las respuestas. Si te encuentran culpable de algún crimen mientras hibernando, ¿te deberían despertar? Y si te condenan a prisión, ¿qué te evita pasar esos años echando una pestañita sintética? Lo maravilloso de estar vivos en esta época y podernos hacer preguntas que hace años no hubieran pasado de una película de ciencia ficción.