El jueves pasado, en el municipio de Santa Rita Tlahuapan, Apolonio N. tuvo hambre, lo que lo orilló a hurtar un par de brócolis de un campo de cultivo. Descubierto infraganti, 150 personas lo detuvieron y golpearon hasta la muerte tras rociarlo de gasolina y prenderle fuego en vivo. Por dos brócolis. Y por tener hambre. Ciento cincuenta personas.
Tomar el lado de un productor (oiga, si eran menos de veinte pesos/oiga, pero igual le estaban robando) o el del linchado (oiga, si fue un hurto de hambre/oiga, robar es robar) no es cosa sencilla, aunque situaciones así nos reflejan que nos conducimos en una época sin un modelo de humanidad al que queremos llegar. Para reflexionar de verdad.
Traicionando al conocimiento
La vida de un profesionista de la academia es compleja. Imagínese dedicarse un par de años para una maestría o un lustro en un doctorado para alcanzar un fantástico proyecto: limpiar hidrocarburos con levaduras o cualquier iniciativa con un impacto positivo para medio ambiente, sociedad o industria. Termina la investigación y se topa con una disyuntiva. Seguir investigando para ampliar el área de conocimiento. O buscar una manera de implementarlo. La decisión es complicada, pero cualquiera de las opciones será satisfactoria.
Lo triste es generar conocimiento y traicionarlo para alimentar otras agendas. Tome, por ejemplo, un estudio sobre estrategias para enfrentar la pobreza en el campo mexicano.
Ahí se da cuenta que conservar el minifundio (pequeñísimas propiedades agrícolas) es una fuente permanente de pobreza. También resalta que la mejora de calidad de vida en el medio rural no se ha dado por programas sociales o repartición de dinero, pero por la creación de oportunidades agrícolas de calidad o nuevos empleos en actividades como la construcción.
Y de repente… BAM. Estás aprobando Módulos de Autosuficiencia Alimentaria para la producción de vegetales y hortalizas, así como la crianza de peces, conejos y gallinas de postura como solución para la autosuficiencia alimentaria.
Esta es la historia de Nabor Cruz Marcelo, titular de Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), al estar avalando los proyectos que encabeza su exjefa, actual titular de SEMARNAT y suspirante por la candidatura a la gubernatura de Puebla, María Luisa Albores.
Podrá pensar que módulos para producir verduras, hierbas de olor y alguna proteína de manera local es una de las formas más dignas de invertir el dinero de gobierno, especialmente cuando se otorgan a mujeres jefas de familia que habitan en comunidades rurales, pero nada más alejado de la realidad.
Las mujeres rurales son uno de los actores más abusados de la sociedad mexicana. Trabajan dobles, triples y hasta cuádruples jornadas, que si le suman las ineficiencias estructurales que deben afrontar (ir por leña, lavar a mano o recolectar agua) es una mentada de madre decirles que además se pongan a cosechar de traspatio para poder alimentar sanamente a sus familias. “Trabajo organizado genera bienestar con felicidad” dice la secretaria Albores, le juramos que si se pone a pintar bardas queda mejor.