En la era moderna el efectivo físico se está convirtiendo en una especie en peligro de extinción. Monedas y billetes, testigos tangibles de intercambio y poder adquisitivo al estilo de la alberca de oro de Rico MacPato, han pasado de ser protagonistas del sistema económico a actores secundarios. El valor estimado de la moneda física en circulación en todo el mundo asciende a 5 billones de dólares, lo que apenas representa un tímido 0.8% de la masa monetaria total.
El efectivo, que antes otorgaba un sentido de tangibilidad y valor palpable, está siendo relegado a un símbolo nostálgico de un tiempo pasado en el que el dinero se sostenía con las manos y olía a papel y metal. Ahora, los bancos son virtuales, las billeteras se almacenan en teléfonos inteligentes y las transacciones se ejecutan en un mundo sin límites físicos.
No obstante, se siguen leyendo abundantes noticias sobre asaltos a cuentahabientes en nuestra ciudad y estado, muchos casos al retirar efectivo para pagar nóminas o grandes transacciones como autos o propiedades; derivando en tragedias como la del ambientalista poblano Felipe Carpy.
Los mexicanos nos negamos a bancarizarnos por muchas razones. Menos de la mitad de los mexicanos tiene una cuenta. Desde traumas generacionales por la pérdida de valor ante salvajes devaluaciones, abusivos cobros de las instituciones bancarias, hasta ingeniosos esquemas para evitar pagarle al fisco lo que toca.
El progreso arrollador de la tecnología ha remplazado el tintineo de las monedas por el silencio digital de las transacciones electrónicas. SPEI, CoDi y DiMo son algunas sílabas que intentan agilizar el intercambio de valor.
SPEI es el Sistema de Pagos Electrónicos Interbancarios, una plataforma diseñada por el Banco de México para realizar transferencias entre cuentas. Necesita tener sus datos bancarios, no genera notificaciones de que se realizó el movimiento, y cada banco la implementa como le da la gana. Algunos la usan, pero nunca penetró en la población general.
CoDi (Cobros Digitales) fue un sistema construido por BANXICO para intentar impulsar SPEI. Puede usarlo escaneando un código QR, te manda notificaciones, y evita el recordar CLABE, número de tarjeta o de cuenta. Pero lo diseñó una institución como BANXICO, lo que la hizo fea y engorrosa. Con apenas más de 100 mil descargas de la aplicación, ni quien la pele.
La tercera es la vencida con DiMo (Dinero Móvil), que permite hacer movimientos solo usando tu número de celular, sirve con códigos QR, y, lo más importante, BANXICO no meterá las manos. Cada banco la puede montar sobre plataformas propias, por lo que ya puede encontrarla en BBVA y pronto Santander.
Estas tecnologías no son para el primer mundo, sino especiales para nuestros sabroso entorno tercermundista. Sin dinero que cargar, no hay que robar. No hay cambio que tener. O desinfectar (risas) las manos después de cobrar.
India y Brasil son las dos economías que más transacciones digitales realizan al año gracias a plataformas como esta. No son para pagar abultadas cuentas, pues estará viendo los códigos QR en los changarros de samosas y feijoadas. Como dijera el celebrado poeta: en este mundo se consume el dinero, el dinero es dinero, aprende algo dinero.