Apenas sea encontrando un cubrebocas en el bolsillo de una chamarra arrumbada, un letrero solicitando «sana distancia», o recordando a las personas que fallecieron en este trance, el covid-19 parece una memoria relativamente lejana.
No obstante, escuchamos del coronavirus cada vez más en nuestras conversaciones cotidianas. Ningún punto de comparación con la pandemia, pero suficientes para que sea notable. Notable en la percepción y lo objetivo, pues cada semana se suman más unidades médicas que reportan altas ocupaciones en cuartos con ventilador y hospitalizaciones generales.
Conviene rememorar que, a pesar de la afirmación del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (CONAHCYT) en noviembre del año pasado, prometiendo la pronta disponibilidad y aprobación por parte de la COFEPRIS de los primeros lotes de la vacuna "Patria" antes de concluir el 2023, no hay señales de que la mencionada vacuna, producida en colaboración con su socio comercial Avi-Mex, esté lista para sumarse al esfuerzo en compañía de las vacunas Abdala de Cuba y Sputnik de Rusia. Mientras, la iniciativa privada sigue aplicando dosis de Pfizer en cadenas de supermercados y farmacias cobrando alrededor 800 nuevos pesos por pinchazo.
Frustrante como sea, sería fantástico que la mayoría de los problemas de salud se pudieran prevenir con una inyección cada tanto tiempo. Y es fantástico, ya que el mundo efectivamente se mueve en esa dirección.
Es la utopía de las vacunas para todo, ¿no sería maravilloso? Las vacunas, que dan un impulso inicial al sistema inmunológico para combatir invasores, tienen sentido para enfermedades infecciosas como gripe o COVID, pero se tornan fascinantes al utilizarlas para combatir males no infecciosos.
Las enfermedades humanas no siempre son causadas por patógenos, y los científicos están trabajando en vacunas para una gama inesperada de males, desde el tabaquismo hasta el Alzheimer, pasando por colesterol alto o abuso de sustancias.
Por ejemplo, el colesterol alto, un problema de salud que aqueja a cuatro de cada diez mexicanos adultos, tiene una posible solución dirigida a la enzima PCSK9. En una acción que hace creerle al cuerpo que esta enzima es un virus, nuestro sistema inmune es entrenado a destruir la molécula que hace que el colesterol se quede en nuestras venas (donde es dañino) para mandarlo al hígado, donde puede ser procesado vía bilis.
Y si hablamos de peculiares males tratables, el abuso de sustancias parece aún más sorprendente. Al hacer que el sistema inmunológico neutralice sustancias antes de que generen efectos placenteros, estos tratamientos podrían cambiar el juego en la atención al abuso de sustancias. Pruebas preliminares con vacunas contra la nicotina ya ofrecen resultados prometedores, señalando un posible futuro donde decir adiós al cigarrito sea tan sencillo como una inyección anual.
Este futuro ofrece mucho, ¿qué tal vacunas contra el embarazo? Un método de control de natalidad que, al entrenar al sistema inmunológico para neutralizar la hormona hCG (encargada de las condiciones para el desarrollo del embrión), podría ofrecer una alternativa temporal y reversible a los métodos tradicionales físicos u hormonales, que causan estragos en buena parte de sus usuarias.
Se vislumbra un porvenir donde las vacunas, cual misteriosas pócimas, despliegan sus encantos para tratar no solo males infecciosos, sino todo el abanico de dolencias humanas. Este futuro, donde la aguja se erige como oráculo médico para casi todo mal, el miedo ya no vendrá del piquete, pero del inquietante pero prometedor futuro que contienen unos pocos mililitros.