La ciencia en México, tan venerada en discursos y olvidada en acciones, ha sido un terreno fértil para el desencanto en la actual administración. María Elena Álvarez-Buylla, directora general del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías, ha dejado un legado de proyectos fallidos y esperanzas destrozadas. Añadir «Humanidades» al nombre de su institución parece ser su mayor legado, aunque la H sea muda.
Bajo su mando la respuesta científica y técnica nacional ante el COVID-19 mostró una combinación letal de ineficacia y grandilocuencia. El espectáculo de la ciencia convertida en propaganda alcanzó su clímax con la promesa de una vacuna nacional, que nunca llegó a materializarse. Bueno, sí, la vacuna Patria fue aprobada hace —redobles— dos semanas, pero tomar eso como un éxito… vamos, era 19 el COVID porque la crisis fue hace cinco años.
Mientras, la formación de una nueva generación de científicos fue dinamitada a través de recortes y recursos no aplicados, privándonos de la excelencia que tanto se ha buscado.
En un último acto de ironía, Álvarez-Buylla se despidió con un «misión cumplida» que resuena como el eco de una burla en los laboratorios vacíos y las expectativas incumplidas. Su regreso a la academia es casi un alivio: al menos no continuará en la administración pública.
Con este panorama desolador, se abre un nuevo capítulo con la creación de la Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación, liderada por la doctora Rosaura Ruiz, y una sorpresa en la presentación de los primeros seis integrantes del gabinete de Claudia Sheinbaum.
O ni tanta sorpresa, pues sin duda es el (¿la?) presidente con mayores logros académicos de nuestra historia.
Más de 130 artículos como autora o co-autora, con más de 500 citas anualmente por pares, publicando en los sitios más prestigiosos de energía a nivel universitario. Lejos de la excelencia académica, pero suficiente para entrar en la élite intelectual del país.
Los méritos de La Doctora son muchos, pues apenas el año antepasado siguió publicando, ¿qué fue lo último que publicó? Un análisis de las intervenciones durante el COVID-19, ahí donde su gobierno dio medicina para piojos para tratar el coronavirus, sin mayor evidencia de que la Ivermectina funcionaba para esos fines…
El reto es monumental, pero también lo es la oportunidad. La administración de Claudia Sheinbaum tiene en sus manos la posibilidad de revertir el daño hecho, de demostrar que la ciencia y la tecnología no son solo discursos para llenar espacios en los noticieros, sino herramientas poderosas para transformar la sociedad.
Bióloga especializada en teorías evolutivas, directora de la Facultad de Ciencias de la UNAM y presidenta de la Academia Mexicana de Ciencias (que AMLO quiere cerrar). Esposa del líder universitario del ’68 El Pino. Y madre de la ganadora juvenil del premio para científicos jóvenes que da la propia academia de ciencias.
Es en este escenario que la doctora Rosaura Ruiz ha sido llamada a sembrar nuevamente, a intentar devolverle la vida a un terreno que ha conocido demasiadas sequías. Su promesa de aplicar el conocimiento en toda problemática del país suena como una plegaria esperanzada en medio de la vastedad silenciosa de la 4T. Es un llamado a la lluvia, con la súplica para que esta vez las semillas de la ciencia encuentren suelo fértil y crezcan robustas, con resiliencia transexenal.