Siempre a dos lugares del gobernador Miguel Barbosa Huerta y, sin recibir un solo gesto de él durante la ceremonia por el natalicio de Josefa Ortiz de Domínguez, el alcalde de Puebla, Eduardo Rivera Pérez, sintió el frío que el mandatario anunció en su relación, luego de que el edil panista mostró sus intenciones de recorrer el estado para apuntalar sus intenciones políticas rumbo a las elecciones para la gubernatura en 2024.

La secretaria de Gobernación, Ana Lucía Hill Mayoral, y el presidente del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) del Estado, Héctor Sánchez Sánchez, fueron esa barrera que separó al edil del titular del Ejecutivo. Ni una palabra pudo cruzar con él.

En el presídium, todos los invitados recibieron, al ser nombrados, aplausos de reconocimiento por parte de Barbosa Huerta, excepto Rivera Pérez. El trato gélido alcanzó también a su esposa, Liliana Ortiz Pérez, presidenta del DIF Municipal, la única en no ser nombrada por la presentadora.

“No creo que haya rompimiento con el gobernador, sólo son estilos de gobierno diferentes”, había dicho minutos antes el munícipe, sobre su relación con el morenista, quien un día antes inauguró sin su compañía la rehabilitación del mercado El Alto, unas obras que arrancaron juntos en diciembre del año pasado.

Ahora, Barbosa Huerta reía y hablaba, pero ya no con el alcalde panista, sino con el presidente de la Junta de Gobierno y Coordinación Política del Congreso del Estado, Sergio Salomón Céspedes Peregrina.

Es más, en un momento, el fiscal Gilberto Higuera Bernal; José Alfredo González Rodríguez, comandante de la Sexta Región Militar; y el diputado local, se juntaron para charlar y sonreír con el gobernador, mientras, a pocos metros, el alcalde perdía la mirada en el vacío o en su teléfono celular.

Al finalizar la ceremonia, cuya oradora principal fue la rectora de la BUAP, Lilia Cedillo Ramírez, Rivera Pérez avanzó al sitio donde se instaló la ofrenda en el zócalo de Puebla, con las manos detrás de la espalda y con la cabeza cabizbaja. Ahí, nuevamente su sitio fue a dos lugares del gobernador.

Una fila de funcionarios estatales rodeó al gobernador al terminar, y lo acompañaron hasta su camioneta, mientras Rivera Pérez se quedó al final, con un abrazo amigable de Sergio Salomón Céspedes Peregrina, quien – por separado – le recomendó utilizar sus propios recursos para hacer actividades políticas.