Bien dicen que “lo que mal empieza, mal acaba” y la verdad es que me rehúso a esta idea, pero parece que es verdad.
Ayer fui a “pasear” a la feria. No crea que porque no tenía nada que hacer, sino porque escribir sobre el tema implicaba esta obligación. De entrada debo reconocer que el número de personas que ahí nos encontrábamos era superior a lo que yo misma hubiera imaginado. Es de esas actividades que nos queda claro son parte de nuestra cultura y no importa que tan deprimentes puedan llegar a ser, simplemente “es lo que hay”.
Que razón tenía el gobernador Rafael Moreno Valle hace unas semanas, al advertir que no confiaba mucho en esta primera feria. Y cómo no, era evidente que las condiciones en las que se realizaría no eran las óptimas pues prácticamente tenían la fecha de inicio a la vuelta de la esquina.
La verdad debo confesar que no todo fue malo, una parte de mí se sintió como en la infancia, cuando mi padre nos llevaba a la feria en el pueblo —con todo respeto para el lugar que me vio nacer— recorríamos los pasillos entre polvo, “artesanías” chinas, comida chatarra, juegos mecánicos que gritaban pe-li-gro y espectáculos de medio pelo. Ah! Que divertido era.
A diferencia de ciudad Acuña (se ubica en el estado de Coahuila, para quien no lo sepa) aquí en el Centro Expositor no encontré travestis que juran parecerse a Lucía Méndez o Maribel Guardia, lo cual no sé si sea bueno o malo, pero lo que sí encontré fue una feria que Puebla no merece.
Y peor aún, les llueve sobre mojado. Veamos, primero se les cae una parte de la estructura de un palenque que no fue palenque. Se ven en la necesidad de cancelar un par de shows que significaban el banderazo a tres semanas de “pura diversión y entretenimiento”, se les va la luz en la plaza de toros (el cartel formaba parte del calendario de actividades). Pablo Rodríguez Regordosa insiste en que son “gajes” del oficio y minimiza los hechos. Corren a Antonio Zaraín, perdón, ¿renuncia?, director del Centro Expositor, quien para acabarla de amolar reconoció que el recinto no se construyó para hacer ferias de bajo nivel. El servicio de los restaurantes no fue inspeccionado y su servicio fue peor que el de doña Pifa que vende Molotes en la esquina de mi casa. (Nota: discúlpeme señora, pero es que usted siempre está de malas y la verdad es que sus garnachas saben feas).
Más del 50 por ciento de los pabellones fueron destinados a las dependencias gubernamentales, para su difusión. ¿En serio creen que los poblanos van a la feria para saber más de ustedes señores del gobierno, como para ocupar la mitad del espacio?
Y ¿el teatro del pueblo? Simplemente no hubo. Ese espacio en el que se presentan los artistas con el mismo boleto con el que entraron al recinto. En dónde casi siempre los artistas, son los que le gustan a las masas. Cantantes voluptuosas, grupos populares o comediantes albureros que hacen que olvides, por sólo 15 pesos, la situación que vive este país.
Quizá el nivel socioeconómico del nuevo gabinete está muy por encima de la generalidad, lo cual es admirable, envidiable y respetable, pero sin decir que las anteriores fueron mejor, pues la realidad es que Puebla nunca ha contado con una feria que alcance un nivel digno de presumirse, como en otros estados de la República, la ausencia del teatro del pueblo fue un golpe bajo para los visitantes.
Eso sí, el calor dentro del Centro Expositor es casi casi como el que tenemos en mi pueblo (y conste que allá la feria todavía es al aire libre). La falta de ventilación en el recinto me hizo recordar a lo que verdaderamente huele el Pueblo. Y es que no es que no nos bañemos pero hasta el más limpio, ahí dentro, sufre de una transpiración digna de comercial de ropa térmica para adelgazar. Seguro mañana que vaya al nutriólogo ya perdí el kilo que me sobra.
Pero como dice el dicho, todo lo que empieza termina y ayer fue el último día de la feria. La verdad es que lo que más coraje me dio es no ir al palenque (que no era palenque) a ver a Víctor en de la Academia, pues por la falta de promoción ni me enteré que estuvo. Caray, con lo que me gusta el muchacho (no se ría, sigo siendo de pueblo).
No es por intrigar pero…
Anoche en la página web de El Universal, apareció una nota firmada por Xóchitl Rangel, dónde publica declaraciones de Juan Carlos Mondragón, líder del PAN en el estado, que dejan en evidencia la inevitable ruptura del panismo con Rafael Moreno Valle.
Cito
“El PAN debe ser un partido que viva los valores de su fundación y no los de políticos de otros institutos que se acercaron para obtener cargos públicos.
”El reto es construir un partido que permita a sus militantes acceder a puestos de gobierno.”
¡Zas!, duro y a la cabeza.
No dudo que las declaraciones hechas por el líder panista las haya pensado desde hace tiempo, lo que sí dudo es que tuviera planeado decirlas en algún momento. Pero no es para menos. Ayer durante la asamblea, la hoya se calentó de más pues hubo prácticas que siempre criticaron de los priistas, robo de urnas, caída de sistema, gritos y sombrerazos. No le extrañe que pronto el niño Juan Carlos deje de ocupar el cargo que ahora tiene, claro “por motivos personales”.
Bien dicen que el valiente vive, hasta que el cobarde quiere.
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