Es sorprendente ver la capacidad que tenemos para desgarrarnos las vestiduras porque un político desconoce los autores de los libros que supuestamente leyó, cuando en México pasan peores cosas en manos de nuestros gobernantes.
Claro, no es cualquier político. Sus aspiraciones presidenciales sumadas a los niveles de popularidad que, hasta ahora, están muy por encima del resto de los aspirantes de otros institutos políticos, lo colocan en el “ojo del huracán” y por eso tanto escándalo por el error cometido en la Feria Internacional del Libro.
El asunto de fondo es si verdaderamente la confusión de Enrique Peña Nieto con los autores de los libros que supuestamente leyó (y digo supuestamente porque solo él sabe si así fue) lo convierte en un candidato no apto para México, como se ha dicho a través de las redes sociales.
Sujeto a burlas, ofensas y hasta a la creación de chistes con su nombre, el exgobernador del Estado de México reaccionó ante la comunidad “tuitera” de una forma tolerante y humilde. Pese a lo que puedan opinar sus detractores, la realidad es que las respuestas a través de la cuenta @EPN fueron sin exabruptos. Esa postura lo convierte ante las masas (población que no tiene acceso por distintas razones a las redes sociales) es precisamente un político que se equivoca.
Si no me cree, pregunte a su vecino, madre, trabajador o amigo (fuera del ámbito periodístico y político) qué opina al respecto.
Ahora, si los requisitos para que un político en México con aspiraciones a ocupar un cargo de elección popular llámese Presidencia de la República, diputado local o federal, gobernador o alcalde, son que cuente con conocimientos por lo menos generales sobre literatura, economía, leyes, administración, cultura, deportes, sociedad, salud, educación, conocimientos de cine, teatro, danza y arte, entre muchos otros, pues sencillamente no habría quien cumpla con ellos.
Le aseguro que si realizáramos una investigación sobre las cualidades intelectuales de quienes manejan este país en todos sus niveles, pocos, muy pocos tendrían la capacidad de responder instantáneamente preguntas de cultura general. Hoy seguramente los políticos con aspiraciones pensaron en sus tres libros, que leídos o no, ya tienen memorizados por título y autor.
Regresando al punto. Lo sucedido en la Feria Internacional del Libro si bien dio pie a todo tipo de opiniones y hasta indignación de pseudo intelectuales en este país, la realidad es que también colocó al precandidato del PRI en un punto en el que si es bien asesorado puede capitalizar perfectamente a su favor, pues de acuerdo con las estadísticas los mexicanos leemos en promedio un solo libro al año, por lo que podrían los ciudadanos que forman parte de este sector, sentirse hasta identificados.
Al tiempo, señores. Que esto a penas empieza.