El delegado del PRI en Puebla, Ranulfo Márquez, por cierto de origen veracruzano, se pasa por el “arco del triunfo” el resultado de las encuestas que su propio partido hizo en los distritos del estado para lanzar como candidatos a diputados federales a “sus mejores cuadros”, a nombres con arraigo, aceptación y sobre todo intención de voto, según ellos.
Por alguna razón, personal o económica, vaya usted a saber, el representante del Comité Ejecutivo Nacional simplemente vio el negocio y la está haciendo. Para don Ranulfo lo que menos importa es la penetración de los personajes elegidos en los distritos, tal es el caso que en Puebla abanderaran al tricolor personajes que su único logro es tener algún tipo de relación, de esas que llaman de tercer mundo, con el distinguido jarocho.
Todo este show, en el que por cierto participa con conocimiento de causa el líder estatal Juan Carlos Lastiri, dio inicio con el nombramiento de secretarios adjuntos para todo. Dichos cargos son ocupados, en su mayoría, por individuos que ni la propia militancia conoce. De inicio, llegan al “honorífico cargo” con la promesa de que se convertirán en candidatos a diputados federales y pueden por tanto utilizar la estructura partidista para trabajar en los distritos de interés personal.
Tan sólo para darle un ejemplo, el distrito de Huauchinango, ubicado en la Sierra Norte, se comprometió con René Lechuga. Le prometió la candidatura, vaya, se la ofreció sin recato alguno basado en un evidente compromiso con Javier López Zavala, no sin antes nombrarlo secretario de Organización del tricolor.
Sin embargo, el veracruzano también hizo acuerdos con Omar Vergara, a quien ahora le da largas y no puede responder a su compromiso. Pero lo patético y vergonzoso es que no tiene ni la cara ni el valor para hablar de frente y decirle a Vergara y muchos otros en su misma situación, que simplemente no van a hacer nada, hagan lo que hagan, hablen con quien hablen y por supuesto el gris líder estatal sigue declarando en los medios que en el PRI no pasa nada, que hay unidad, que no existirá desbandada.
Aunque en el fondo, personajes como Omar Vergara deberán agradecer la falta de palabra de sus líderes, pues dicen los que saben que en el caso de Huauchinango, el candidato del PAN, Carlos Martínez Amador, expriista y sobrino de Alberto Amador, es quien lleva mano y el propio Lechuga lo sabe y se prestará al teatrito.
Pobres, los priistas parece que no aprendieron la lección de la inolvidable derrota consecuencia de sus necedades. Ni hablar.
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