Esta semana inicia la verdadera guerra en los partidos políticos. Hay quienes a partir de hoy dejarán de dormir y otros por fin conciliaran el sueño.
En el Partido Acción Nacional inicia la obligada “operación cicatriz”, pues a pesar de negar rupturas al interior del blanquiazul luego del proceso interno en la que salió victoriosa Josefina Vázquez Mota como candidata a la Presidencia de la República, la realidad es otra. Del triunfo o derrota de cualquiera de los aspirantes dependían las posiciones al Senado y por supuesto, el trabajo político en Puebla.
El acercamiento entre la exsecretaria de Educación Pública federal y el gobernador Rafael Moreno Valle no fue casual y tuvo como fin poner las cartas sobre la mesa y negociar lo que a ambos les conviene. El anuncio de Vázquez Mota de iniciar campaña en Puebla no sólo representa un espaldarazo a la verdadera derecha, sino una oportunidad de recuperar lo que nunca han tenido: el poder.
No hay duda de que Augusta Díaz de Rivera ocupará el primer lugar de la fórmula al Senado y será Javier Lozano quien agache la cabeza y —pese a su intolerancia y misoginia— trabaje para no quedar fuera de la Cámara Alta. Por otro lado, Josefina sabe que necesita de la estructura creada por el neopanismo encabezado por el gobernador Moreno Valle, por lo que no tuvo mejor opción que ceder espacios a personajes que hasta hoy se habían mantenido con un bajo perfil públicamente.
Los acuerdos van más allá del proceso electoral del próximo 1 de julio, en donde a todos les queda claro que cualquiera de los tres presidenciables, Enrique Peña Nieto, Josefina Vázquez Mota y Andrés Manuel López Obrador puede llegar, si no que van hasta 2013, año clave para el proyecto político de quien hoy gobierna Puebla.
Bien dicen que en política la forma es fondo. Vale más un buen estratega que un buen político y para muestra lo que sucede ahora mismo. Mientras los panistas de cepa celebran su reciente triunfo, los nuevos integrantes del blanquiazul observan más allá del horizonte.
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