Gran parte de lo que estará en juego en el 2013, año en que habrá elección intermedia en Puebla, se definirá durante los primeros meses del año, cuando se concrete o no una coalición de fuerzas políticas para ese proceso.
Gran parte del éxito electoral que tuvo el gobernador Rafael Moreno Valle en el 2010 se debió a que contó con la complacencia de la entonces dirigente nacional del PRI, Beatriz Paredes Rangel, para armar una megacoalición contra el PRI en Puebla, en la que se aliaron Acción Nacional, Convergencia (hoy Movimiento Ciudadano), el PRD y Nueva Alianza. El PT estuvo a punto también de ir de la mano con el hoy gobernador, pero de última hora abortaron las negociaciones. Consciente de que las megacoaliciones eran un peligro para el PRI, en el 2011 el entonces gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto (hoy ganador de la contienda presidencial), hizo hasta lo imposible por destruir la conformación de una coalición que pusiera en jaque su sucesión gubernamental.
Hábilmente Peña tejió con el entonces secretario de Gobernación federal, Fernando Gómez Mont, un pacto antialianzas, lo que le valió su salida del Poder Ejecutivo federal y hasta su renuncia al que era su partido, Acción Nacional. También el mexiquense desarticuló cualquier intento de coalición inclinando la balanza a favor del entonces presidente municipal de Ecatepec, Eruviel Ávila, haciendo a un lado a su primo Alfredo del Mazo, con lo que evitó que el hoy mandatario se fuera a las filas de la izquierda, que lo esperaba como candidato. Todos estos antecedentes sirven para identificar que la clave de la elección intermedia, en la cual el morenovallismo se jugará su futuro político, pasa invariablemente por la posibilidad de que vuelvan a construir una megacoalición de fuerzas políticas que junto con su partido local, Compromiso por Puebla, abanderen a un candidato fuerte a la alcaldía de la Angelópolis y garanticen el triunfo electoral.
Si para el próximo año, el ya para ese entonces, si no sucede otra cosa, presidente de la República, Enrique Peña Nieto y quien sea su secretario de Gobernación, probablemente Miguel Osorio Chong, le permiten al gobernador de Puebla volver a reunir a sus aliados políticos para ir de la mano en la elección local de Puebla, como ya lo dejó entrever hace unos días el secretario de Gobierno, Fernando Manzanilla Prieto, el PRI no tendrá nada que hacer y entonces será una señal de que el tricolor ha vendido la plaza y al futuro presidente Peña Nieto, poco o nada le interesa Puebla; en caso contrario, si evitan que haya megacoalición, entonces hablaremos de otro escenario para el estado y la capital en especial en el 2013.
Los resultados del pasado proceso electoral federal, si bien no pueden trasladarse al local arrojan lecturas muy claras de que el voto antipriista en el pasado proceso electoral se traslado no al PRD, ni ninguna otra fuerza política de izquierda, sino a Andrés Manuel López Obrador, sin la presencia del tabasqueño en las boletas de la elección del próximo año sin duda el partido político que mejor puede aprovechar estas circunstancias es Acción Nacional, pero habrá que ver cómo queda esta fuerza política y su relación con el gobernador del estado. El PRI, aún con todo y Enrique Peña Nieto, se fue a tercer lugar en las preferencias electorales en la capital del estado y es un hecho que la zona conurbada constituye su mayor debilidad, ya que ahí se concentra una población importante de clase media y media alta en donde el tricolor nada más no encuentra la fórmula para convencer a estos estratos sociales de su propuesta.
Ni el triunfo del candidato priista Enrique Doger Guerrero en el distrito 6 de Puebla capital, es garantía de que con el exrector el tricolor pueda recuperar la ciudad de Puebla. Es ahí en donde la megacoalición anclada por el partido estatal, creado por la estructura gubernamental, cobra fuerza para aglutinar a varios partidos políticos y varias corrientes antipriistas. Si hay megacoalición de fuerzas, que los priistas se olviden de recuperar la capital y después el control del estado; en esas condiciones, ni el rector de la máxima casa de estudios, Enrique Agüera Ibáñez —la carta más sólida del PRI—, estaría dispuesto a ir a la contienda.
En caso contrario, si no hay megacoalición, entonces las posibilidades de ver al académico en la contienda crecen, sabedor de que necesariamente habría una negociación a los más altos niveles y que el terreno estaría bien aplanado para su aterrizaje en las lides político-partidistas. Del rector Agüera y sus pasos ahondaré mañana.
Serpientes y Escaleras