Con una rodilla en la arena del albero de la gran plaza, con su padre desprendiéndole primero el añadido y después cortándole la coleta de pelo natural que permitía sujetar el añadido y ante la presencia de sus hijos Imanol y Paloma; rodeado de su cuadrilla se ha retirado, despedido de los ruedos el torero de Tacuba, Manuel "Manolito" Mejía.
Su retiro se ha dado como debe de ser; la ceremonia muy seria y solemne de desprenderse el añadido, cortarse la coleta frente al público y con el testimonio de su padre e hijos, tal acto lleva implícito el hecho de no volver a vestir de luces, y ante tal acto lo primero que viene a la mente, es aquello que tan bien y de manera completa relata y analiza la diosa del toreo a caballo Conchita Cintrón en su libro "Porque vuelven los toreros" Obra en la qué mostrando gran conocimiento del tema, pues nos dice: "Sí; yo sé de toros. Los he visto embestir. Los he matado. Y los he visto matar hombres, y los he sentido mientras daban muerte al caballo que montaba"....y reconoce: "¡TOROS!...recuerdos que llegan en tropel, dorados, brillantes...toros de ensueño que vuelven, que persiguen y que hieren".
Y en ese su libro clásico nos plantea el interrogante del regreso, casi siempre inminente de los toreros después de su retiro que muchas veces es sólo temporal. Tal es el caso del recién retirado Cayetano Rivera Ordóñez quien ya está pensando y casi anunciando su regreso a los ruedos.
De entre muchos argumentos que narra la Cintrón en su libro, escogimos este, atribuido a Miguel Báez "Litri", por supuesto, el padre: - "Me aburro mucho - dijo- y he vuelto porque lo único que quiero es morirme en la plaza".
Esta, tan cacareada nostalgia; el extrañamiento de los aplausos y las ovaciones, los recuerdos y el ansia no satisfecha de nuevos triunfos, pero sobre todo las necesidades económicas; la ausencia de los elogios, la falta de apapachamiento por parte de los aficionados, el alejamiento de la prensa y de los medios, son los argumentos que enlista Conchita Cintrón para que los toreros en retiro acaricien la posibilidad de volver a los ruedos y esperamos que ninguno de estos sea el pretexto para que Manolito Mejía vuelva a vestir de luces.
Se ha retirado y de manera muy formal, tal parece que lo hace en el momento ideal y con la satisfacción del deber cumplido; aunque su pintoresco progenitor no hayan dejado pasar la oportunidad ante los medios de manifestar su disgusto y queja porque Mejía fue uno de aquellos que sufrieron la política de "no dejarlos pasar" o de "no dejar pasar a nadie".
Eficaz estrategia de bloqueo ejercida por los "mandones" de aquellos años y de cuyas nefastas consecuencias apenas viene recuperándose en estos días nuestra fiesta.
De la falta de colaboración de los astados en tan importante tarde, no podrá quejarse el de Tacuba, pues bien se sabe que en las últimas temporadas el ha sido el veedor oficial, seleccionador de las corridas a lidiar en el coso de Rodán 121, y en el caso de su despedida con mayor razón debe decirse qué él "minuciosamente" seleccionó la corrida y hasta lo que "le tocó en suerte en el sorteo".
Otro recuerdo que nos viene a la mente: en la monumental "México", también genuflexo y rodeado de sus hijos: Alfonso Ramírez "El Calesero", en similar nostálgica, y aquello muy emotiva ceremonia, mientras sus hijos le desprendían el añadido para cumplir con el protocolo de "cortarse la coleta".
En los rostros de algunos de los familiares y allegados que rodeaban al maestro "Calesa" hicieron aparición las lágrimas, fueron más de dos los que comenzaron a llorar.
El matador gitano de origen gringo, John Fulton que estaba en barrera de primera fila me contó la anécdota, ya que su acompañante aquella tarde, le preguntó al ver la conmovedora escena: —"¿Porqué lloran?". A lo que el siempre simpático John respondió: — ¡Es que ahora van a tener que trabajar!