Vestido de sangre de toro con bordados en pasamanería negra y pedrería de rojos rubíes, Alejandro Talavante ha hecho el paseíllo en solitario en la Plaza de Las Ventas, con letreros en las taquillas de "NO HAY BOLETOS" en tarde de cielo encapotado, de un intenso y cerrado gris marengo que parecía premonitorio de lo que habría de pasar, conforme seis veces se abrió la puerta de toriles , y a los 6 Victorinos 6, que por ahí fueron saliendo, no se les ocurrió embestir y menos hacer honor al hierro de la casa que los crió.
La única bravura que se vio en la plaza fue la del viento, que no en los seis cárdenos, lo que ha hecho escribir a Zavala de la Cerna que los Victorinos han emboscado a Talavante, cosa muy cierta, pues en eso, en una emboscada, se ha metido el torero de Badajoz al apostarle a un encierro que proviene de las dehesas donde ya es muy difícil ver los Victorinos de antaño, aquellos imponentes ejemplares que además de respeto traían consigo muchas posibilidades de triunfo, algo que parece ser ya cosa del pasado.
En la misma plaza, undécima de la Feria de San Isidro, Diego Silveti ha salido de verde manzana y oro con remates y albos cabos, en tarde que pintaba para lluviosa y que ha terminado en diluvio, y para el tercero de la tarde primero de Diego se ha convertido en granizada.
A un noble toro de Fermín Bohórquez, "Orador" de nombre, negro entrepelado, alto de agujas, silleto, número 19 y con 544 kilos en los lomos, le ha tumbado una oreja Silveti en medio de la versión 2013 del diluvio universal, tal como suele ocurrir en Madrid, en estos días que llaman "Las tormentas de mayo".
Cosa que ha tenido un mérito enorme. Soberbias gaoneras con la suerte cargada, adelantando la pierna de salida en cada lance; con la muleta vinieron muletazos corriendo la mano después de unos cambiados con las zapatillas atornilladas al piso en medio de la torrencial lluvia con la que el cielo lloraba la muerte de "Pepeluí" Vázquez.
Tras pinchazo, Silveti se volcó con el estoque para una casi perfecta y también se volcó la gente. Reconocimiento. Tuvo sabor a gesta la cosa (Barquerito, torosdos.com). Y para las estadísticas: es esta la primera oreja que corta un torero mexicano en el coso venteño en los sanisidros en los últimos trece años (Paco Mora, Aplausos) habiendo sido El Zotoluco quien cortó la última en el 2000.
Y, para mayor gloria de Diego Silveti, otro día, después, en El Coliseo de Nimes, Francia, tarde de su confirmación de alternativa, vestido para tal ceremonia de blanco y oro, ante el ya consagrado Julián López "El Juli", de azul-negro y blanco  en la reaparición del diestro y ante el testimonio de Alejandro Talavante, de verde esperanza y oro-esperanza, significativo color en alusión a lo que representa su amigo y colega coletudo.
Y, Diego, al igual que su padrino y el testigo han cortado una oreja cada uno a toros de Victoriano del Río, ante otra entrada de lleno, cosa que confirma el buen momento por que atraviesa el torero, cuarto de la dinastía Silveti.