Cortar dos orejas al mismo toro, o cortar dos; una que cada toro de su lote, es requisito indispensable para salir a hombros de una plaza y que sea la puerta principal de una plaza, la de “El Príncipe” en la Real Maestranza de Caballería en Sevilla, la de Madrid, la foto muestra la escultura de Antonio Bienvenida en volandas frente a la mítica puerta por la que salió en volandas 11 veces. La de “Los Califas” en Córdoba, la recién nombrada de “El Encierro” en la Monumental México, en alusión a la escultura con ese nombre, obra del escultor Alfredo Just y que luce sobre el portón principal de acceso. Esta costumbre o requisito, no escrito en ningún documento, se ha convertido en algo ya bien establecido y aceptado: “Cortar dos orejas para salir a hombros”. Pero eso, eso: cortar dos orejas y como triunfo “salir a hombros” no es lo verdaderamente importante. Lo trascendente es salir pero aupado en una tumultuosa, apasionada y festiva afición, lo que se dice “en olor a multitud”. Esto, que solía ocurrir con frecuencia en años pasados, afortunadamente ha vuelto a verse en tardes recientes.
Se ilustra esta entrega, lo dice todo: Julián López “El Juli” saliendo a hombros por la Puerta Grande de Sevilla y según portada de la revista Aplausos. Años atrás, el Maestro Antoñio Chenel “Antoñete”, literalmente llevado a hombros de la multitud.
Qué tristeza ver, en cambio, cosa harto frecuente en nuestras plazas, que el torero “triunfador” sea sacado de la plaza a hombros de su propio hermano, muchas veces, también, su mozo de espadas y chofer o bien por sujetos, especialmente dedicados a esos menesteres y por ello son llamados “costaleros” y que reciben paga; boletos de entrada y pasajes para trasladarse a las plazas. Más triste es aún el caso de los monosabios y trabajadores de Plaza que hasta a codazos se pelean por cargar a un torero a hombros. ¿Y, cómo carajos no se van a pelear? Si les pagan cien pesos por la chamba de todo el día de corrida y el apoderado les da un quinientón por llevar al torero desde el ruedo hasta la camioneta en el estacionamiento. La otra foto ilustra la segunda tarde del triunfador de la pasada Feria de Aguascalientes, donde el carismático Arturo Macias, “El Cejas” fue sacado a hombros de la plaza y llevado, paseado por todo el circuito de la llamada “Feria de Ferias”.
Histórico más que anecdótico es lo ocurrido en Puebla, antigua plaza llamada de “El Paseo Nuevo”, en plenos años de la Revolución mexicana, era tal el arrastre de multitudes del torero-charro, el del gran mostachón, Ponciano Díaz, de tal magnitud fue triunfo esa tarde, usándose entonces los carros a tiro de bestias, las carretelas o calandrias, que al salir triunfal de la plaza Ponciano rumbo al hotel en el centro de la Angelópolis, donde se hospedaba, el gentío, entusiasmado, desenganchó los caballos del tiro y a fuerza de enloquecidos aficionados la carretela fue llevada hasta el hotel a “tiro de machos humanos”. Tal era la idolatría por el torero y tal acontecer narra en vernáculo corrido el también popular Óscar Chávez.
Puyazos con la punta de la pluma