Pocos se pueden llamar sorprendidos. Desde un inicio se pronosticó que esta contienda iba a ser una de las más cerradas en Puebla capital, y así ha sido.
En este mismo espacio se comentó —no hace mucho— que por primera vez en muchos años se iban a ver las caras dos perfiles muy parejos en la lucha por la presidencia municipal, y así ha resultado. Tanto Antonio Gali Fayad como Enrique Agüera Ibáñez no han defraudado.
Los números son muy cerrados para ambos, la encuestadora que más ventaja le da a Gali le da seis puntos sobre Enrique Agüera, en tanto que hay empresas como Strategia, de Alejandro Durán, que da prácticamente un empate técnico entre ambos contendientes, lo cual concuerda con otros estudios.
No hay una marcada diferencia a favor de ninguno de los dos contendientes principales, lo que hace que las tres semanas de campaña que aún quedan por delante sean cada vez más interesantes y reñidas.
El alto porcentaje de indecisos —que se sitúa entre un 20 y hasta un 25 por ciento— es atípico, y así lo reconocen los integrantes de ambos equipos; no se había presentado un panorama así en mucho tiempo, por lo que el propio Fernando Manzanilla Prieto, coordinador general de la campaña de Tony Gali, reconoció que hacia allá se deben enfocar los esfuerzos, en convencer a ese núcleo de ciudadanos para poder inclinar la balanza a su favor.
Ambos contendientes se muestran optimistas con los números, aunque se percibe mayor preocupación en el equipo de Tony Gali, tal vez porque a estas alturas de la campaña esperaban tener una ventaja más holgada sobre su oponente; aun así, la situación no es de desesperación, sino más bien de reflexión.
El equipo de Gali ve el debate como la opción real que marque una diferencia entre ambos contrincantes, de ahí la insistencia para que se lleve a cabo el encuentro en los próximos días. La confianza radica en que los debates se ganan más en el posdebate que en el debate mismo, y la operación mediática —creen— puede hacer la diferencia.
Del otro lado, el equipo de Enrique Agüera Ibáñez ve con optimismo los números porque, a pesar de tener todo en contra, Gali no ha podido marcar una diferencia que se pueda considerar como definitiva.
Sin el apoyo de los principales cuadros del priismo local —ya que los llamados “grandes liderazgos” han preferido jugar a la simulación—, Agüera ha confirmado lo que ya se sabía, que era el candidato más competitivo dentro del tricolor y el que podía dar la batalla.
Sin los recursos económicos que la coalición Puebla Unida puede presumir, sin el aparato estatal respaldándolo, con sólo algunos apoyos económicos, el exrector se ha mantenido vivo y llegó a la recta final de la batalla en condiciones de pelear de tú a tú.
El escenario se puede calificar como favorable para el académico, quien ha sorteado lo más fuerte de la contienda y ha salido bien librado; está vacunado contra cualquier ataque en con contra y él aún no ha echado mano de una carta que ha sabido guardar muy bien, la cercana relación de la actual administración estatal con la defenestrada maestra Elba Esther Gordillo.
Agüera tiene sus motivos para no haber echado mano aún de ese recurso, tal vez porque también él tiene un vínculo con la maestra y sobre todo con su hija, la senadora Mónica Arriola; precisamente, Gerardo Islas Maldonado, presidente estatal del Partido Nueva Alianza, presumía haber sido el enlace entre ambos personajes.
La campaña, pues, entrará a la recta final en una paridad que tiene satisfecha a ambos contendientes y a sus respectivos equipos, quienes ya diseñan la ofensiva final y afinan los detalles de sus respetivas estructuras.
Aquí puede haber una ligera ventaja a favor de Gali, ya que cuenta con el respaldo de un equipo probado en el campo de batalla —como el 2010— y de buenos operadores en tierra. La estructura de Agüera es novata en ese sentido, aunque su lealtad está probada y no puede ser comprada —o al menos eso se piensa—, lo que sí ocurrió en el 2010, cuando muchos representantes de casilla abandonaron sus puestos.