Ante la evidente baja de la actividad taurina en estos días, la disminución de festejos antes de las ferias de agosto y de cara a la efervescente y bulliciosa inquietud por los cambios de munícipes y diputados que se darán en los estados de Puebla y la vecina Tlaxcala, dedicamos estas líneas al torero, entusiasta taurino e inquietó Rafael Ortega, quien en su tierra, Apizaco, se ha lanzado con grandes muestras de apoyo y simpatía hacia su persona al contender por la presidencia municipal de esa ferrocarrilera población.
Por allá, por principios de este año al comenzar a saberse de las aspiraciones del matador Ortega, alguien, un escritor, escritora, para afinar el dato de columna de mentideros taurinos comentó y se lamentó de que la tremenda escasez, falta de auténtico liderazgo y sobre todo la falta de arrastre de nuestros políticos, los ciudadanos electores tuvieran que fijarse en un "torero" como aspirante a gobernarles.
Como si un torero, los boxeadores y otros personajes públicos fueran la escoria de la sociedad y carecieran del empuje necesario para convertirse en líderes de su gente.
¡Grave error! La tal periodista tuvo que rascar la arena, recular en tablas, echarse para atrás y corregir su comentario.
Claro, la historia, nuestra historia reciente, pone en alto el nombre de "El Faraón de Texcoco", don Silverio Pérez Gutiérrez, quien por tres periodos fue presidente municipal de su muy querido Texcoco, habiendo sido antes síndico, procurador y por dos veces presidente de la Junta de Mejoras Materiales de su municipio, siendo autor, promotor y responsable de una auténtica y verdadera transformación de su pueblo que de polvoso y bicicleta cambio a digna ciudad, sede de una feria, la "Feria del caballo", que el llamado "Compadre" promovió con torera pasión, junto con la construcción de escuelas, caminos, hospitales, introducción de agua potable, drenaje, el rastro, pero sobre todo orden, mucho orden. El cariño y aprecio de su pueblo motivaron que al término de su tercer mandato fuera llevado a hombros desde el palacio municipal hasta su casa-finca en Pentecostés, Texcoco. Y para rematar su quehacer político, fue también diputado federal en el Congreso de la Unión.
"El León de Tetela", José Huerta Rivera, conocido en el mundo taurino con el nombre de guerra de "Joselito" Huerta, nacido en Tetela de Ocampo en la Sierra Norte de Puebla, pero avecindado en el estado de México, en Atizapán de Zaragoza, donde sentó sus reales, sin perder sus raíces serranas, fue criador de reses bravas en su natal Tetela y llegó a ser por multitudinaria voluntad popular presidente municipal de Atizapán, cuando está población disparó su desarrollo industrial automotriz, y al igual que El Faraón, impulsó numerosas obras en beneficio de su gente, su pueblo, pues al fin y al cabo al tratarse de personas provenientes de extractos populares les motiva y preocupa el bienestar de los suyos; por ello nos mueve de manera sincera dar al matador la más cálida "enhoragüena", primero por su nominación como candidato puntero, y pronto esperamos felicitarlo como alcalde-torero, sabiendo que de seguro sabrá dar la lidia correcta, doblones y mandones pases a lo que le salga por la puerta de toriles de la alcaldía de Apizaco. ¡Qué Dios reparta suerte para él solo!