Ahora resulta que después de ser de las peores candidatas priistas a una diputación local durante el pasado proceso electoral, la priista Claudia Hernández se apunta para liderar a su partido en el estado. Su evidente incapacidad política quedó en evidencia ante una adversaria como Patricia Leal, quien logra el triunfo prácticamente con las manos en la cintura y sin ninguna experiencia legislativa.
El paso de la exdiputada Claudia Hernández por la presidencia del PRI municipal no sólo dejó indignación, heridos y muertos, sino una inevitable ruptura interna en la que la militancia fue víctima de los abusos de poder y ausencia de liderazgo imponiendo su voluntad dentro del expartidazo en Puebla capital.
Ahora la excandidata pretende quitarle a Blanca Alcalá la posibilidad de llegar a dirigir al tricolor en un momento en el que lo urgente es la reestructuración de formas y fondos.
La ocurrencia de Claudia Hernández fue orquestada en complicidad con la senadora Lucero Saldaña, enemiga acérrima de Alcalá Ruiz, con la única intención de obstruir un arribo directo a la presidencia estatal del Revolucionario Institucional. Dicen los que saben que Lucero fue quien le hizo creer a su amiga Claudia que ella podía y tenía todo para convertirse en la líder estatal y no Alcalá, quien “entregó la ciudad al blanquiazul”. Le endulzó tanto el oído que ahora Hernández levantó la mano sin preguntar en el Comité Ejecutivo Nacional.
En estos días le informarán a la exlegisladora que sus aspiraciones van más allá de sus capacidades políticas, por lo que deberá conformarse con la presidencia del comité municipal, en donde no se toma ninguna decisión importante.