El cirujano que encabeza el equipo que atendió a José Antonio Morante en la enfermería de la plaza de Huelva y luego le operó, el doctor Daniel Vaca, expresó: “la herida es extensísima. Hay que tener en cuenta que gira 180 grados el pitón del toro y que los destrozos son grandes”.
Vale aclarar que lo qué giró fue el cuerpo del torero.
“La manera de cogerle, de levantarle por los aires y tenerle tanto tiempo con el pitón dentro del muslo… llegamos a pensar en lo peor. Pero, gracias a Dios, y a pesar de la gravedad de la cornada, no ha roto ninguna vena ni arteria fundamental, y eso es lo positivo.”
El apoderado, el también matador Antonio Barrera, piensa ahora en una recuperación larga y costosa por la gran cantidad de destrozos y lesiones a los músculos de la región por la cornada cuyas tres trayectorias suman más de 60 centímetros.
Días después del accidente, primero y segundo del postoperatorio, el torero ya trasladado a Zaragoza ha recibido dos transfusiones de sangre, mismas que se justifican por el gran sangrado, producto de los desgarros musculares y la ruptura de los vasos comunicantes y nutrientes.
El parte médico reza: “Cornada en el tercio medio cara interna del muslo izquierdo con tres trayectorias: la primera ascendente que ha disecado el fémur en la cara anterior hasta el trocante mayor de unos 30 centímetros; otra ascendente hacia arriba y hacia dentro hasta la región inguinal de 15 centímetros; y la tercera ascendente y hacia afuera y hasta la línea del fémur de otros 20 centímetros. Rotura de vasos perforantes con abundante sangrado”.
Ni duda cabe que la entrega de este torero le pone en situación muy especial, este accidente le convierte en verdad en miembro honorable del grupo de toreros “toda entrega”, al igual que un Antonio Velázquez, Joselito Huerta, César Rincón, José Tomás, Julián López, que Manuel Rodríguez “Manolete”, quien por cierto al volver en sí, en la enfermería de la plaza de Linares, preguntó, al respecto de la orejas: “¿Qué me han dado?”
Y éste, él de La Puebla, en la enfermería de Huelva al recuperar el conocimiento después de la sedación anestésica ha preguntado: “¿Cómo ha estado la corrida?” La permanencia del matador por 4 días en la UCI, dos transfusiones y aunque al redactar estas líneas ya pasó a piso continuará hospitalizado por el resto de la semana, nos hablan de la severidad de la lesión.
No en balde la gran frase de Juncal: “Mira, hay dos tipos de toreros, los de arte y los de bragueta, los de bragueta… a cobra… los de arte a acompaña”. Definitivamente: ¡Este es de los de arte y de los de cobrar!
Y vamos ahora a la crítica constru-destructiva que vale acompañar esta nota; pues queda claramente descrito que el cuerpo del torero dio un giro de 180 grados y así lo consignan las notas y para quienes lo presenciaron resulta dramático ver girar todo el cuerpo del torero, su peso —y José Antonio no es precisamente un nardito de rosa— y el mismo peso del cuerpo al girar sobre un eje móvil, pues el pitón al derrotar cambia de trayecto, de ahí que se hable de cornada de tres trayectorias, por un giro de 180 grados del cuerpo sobre el pitón. Que no es lo mismo que recién escribió Juan Antonio de Labra en su artículo “El político reivindica al torero”, a propósito del matador Rafael Ortega, electo presidente municipal de su natal Apizaco, y cuya vida, según la crónica en comento: “Dará un giro de 360 grados”, es decir, quedará en el mismo sitio que antes. Indudablemente, el cronista quiso decir 180°, pero se le fueron otros 180°, con lo qué el sentido de la frase se altera notablemente.
Y, ya que estamos en el tema de lo que se quiere decir, pero mal se escribe: Fernando Moreno, encargado de la difusión de notas del matador “El Zapata” nos dice que el torero sufrió “rompimiento” de una costilla. Cuando la RAE preconiza que rompimiento se utiliza para las cosas escritas, tratados: “Rompimiento del pacto”, “rompimiento del tratado o convenio” y para las cosas materiales: madera, una rama o huesos, debe usarse “ruptura”. Y, “rompido” no existe; nos dicen, los señores académicos que: “cuidan, preservan y dan brillo a la lengua”.
Y a propósito de la tal nota, no nos informa, si es fractura de arco costal derecho o izquierdo y de qué altura, pues un arco costal al romperse si es más largo, alto o bajo, puede o no convertirse en penetrante de pulmón y por tanto llegar a comprometer la vida. En este caso, fue octavo arco costal izquierdo. ¡Agüsados mis escribidores, si vamos a escrebir, vamos a hacerlo bien!
Fe de erratas
En la nota pasada escribí “Atlanga” por la ganadería de don Emilio Rodríguez, a quien pido disculpas, y me han publicado “Atlanta”, por lo que también pido disculpas al equipo de beisbol de “Los Bravos”. Atentamente. “Arrieros somos... y...”
La cornada
¡Torero de arte y de cojones!
Antonio Barrera, el apoderado. José Antonio Morante, el poderdante y el compañero Juan José Padilla, saliendo el UCI a piso.