De todo lo escrito por la prensa de aquí y de allá croniqueando lo ocurrido el domingo pasado en la Gran México, que lució esplendida, si bien no se llegó al llenazo, me ha gustado mucho aquello de que “los tres, mantienen a la afición ilusionada”. Porque esa es una gran verdad; se trata de una gran ilusión ya muy cercana a la realidad, pero sin llegar a serlo. Vamos por partes de y de más a menos.

Un novillo de Fernando de la Mora para Mónica Serrano, que salió de la plaza abriendo la puerta de atrás para evitar el abucheo (se argumente un cólico renal, intento justificarla) y 6 de Barralva 6 de impecable presentación. Si bien el juego dado por los astados no estuvo a la altura de lo esperado y de su muy grata presencia.

Joselito Adame ha salido de verde botella con bordados muy recamados en oro viejo formando corazones, con cabos y remates blancos en pop-corn y de una vez diremos que los tres has salido con este tipo de remates muy vistosos, pero que a algunos toreros, los de arte no les hacen falta, cómo es el caso de Diego Silveti en azul agua y oro, y Arturo Saldívar de azul cielo y oro. Y, si decimos que algo les faltó, empecemos de más a menos. Desde este punto de vista al que más le faltó fue a Saldivar, si bien en el sorteo le tocó lo más desagradable; su primero, un manso perdido, que desde el primer lance le aventó las manos por delante, quiso saltar al callejón y fue todo un galimatías y en su segundo perdió el torero totalmente la brújula, quizá presionado por el ya evidente triunfo de su paisano de Aguas. Del torero de dinasta, ya las crónicas han dicho todo: Sacó la casta, el valor, el arte, pero también salió a flote y de fea manera la genética: igualito a su padre, emocionando a la multitud, en momentos con un toreo que prende fuerte, porque la gente —es de herencia— le quiere bien. Y cuando la ha tocado el sexto de los de Barralva, colorado de pelo que ha sido el toro de la tarde; estrecho de “frentes” lo que da la una presencia de cara muy agradable, vamos, “rostro” el toro, hermoso de pinta y de manos muy cortas, cuando todo estaba por consumarse salió la falla con la espada, que también puede considerarse parte de la carga de genes de ser Silveti, “Hijo del Rey”. Y su tío Alejandro que siempre mató bien tiene mucho que trabajar con él. Pero es evidente que fácilmente puede ocupar el trono que dejó el “Rey”. Dejamos al último al que tal parece le falta menos para llegar a ser la figura que México espera, al menos por el momento La México ya lo tiene por consentido. Le ha tocado a José un toro-toro, enmorrillado, serio, que no sólo le ha pedido el carnet, sino qué, en un simple descuido le ha quitado los pies del suelo, dándole una paliza de órdago que pudo haber sido de muy serias consecuencias. Afortunadamente, el pitón que rompió el chaleco, abrió y rasgó la camisa, marcó un rayón largo y extenso desde por debajo de la tetilla, todo el pecho y llegando a la base del cuello —la foto lo ilustra bien— sin penetrar al tórax, lo qué… ni pensarlo. Pero ya a las revisiones y valoraciones del otro día, se evidencia que el golpazo al caer, movilizó o desplaza el clavo intramedular de fijación que tiene en la tibia derecha, por lo que ahora sí deberá esperar prudentemente la consolidación ósea de la factura y no solamente confiar en los artefactos de fijación que ya han sufrido alteraciones y cierto desplazamiento. Consecuencias: mínimo un mes de reposo y posteriormente rehabilitación. Conclusión; Joselito estará fuera de los ruedos por 4 a 6 semanas, perdiendo muchas fechas. Si después de la fractura anterior, su reaparición la consideramos prematura, ahora tendrá que pagar un precio muy alto por el triunfo logrado, pues lo cierto es que logró poner la plaza de cabeza, sobre todo por un estocadón de antología de esos que en segundo terminan con la vida del toro que rodó literalmente patas arriba. Lo bueno a su favor, es la juventud, ahora sí, de verdad, ¡divino tesoro!