“Totomitli” que significa “Junco”, “Pitzintli” que es “Niño”, “Tlotli”: “Gavilán”, fueron tres de los cárdenos, todos ellos caribellos de hermosas hechuras provenientes de la casa ganadera de Tenexac en Terrenate, Tlaxcala, y que provocaron que los seis fueran aplaudidos, algunos de ellos ovacionados a la salida de toriles, en la plaza montada en San Miguel Contla, en las merititas faldas de la Malintzin, en la feria de la festividad del arcángel San Miguel, el domingo pasado. Hicieron el paseíllo Federico Pizarro, Jerónimo y José Luis Angelino, llevando por delante en su montura al rejoneador Luis Pimentel, quien se hizo acompañar de los Forcados de Teziutlán para la lidia de un novillo de D´Haro, que resultó mejor para el toreo de a pie, y en los escarceos del rejoneo, cambió los papeles y era él quien rejoneaba a las monturas de Pimentel, que al final de la lidia ha dado la vuelta al ruedo acompañado del Cabo de Pega de los forcados. 
Los de a pie han tenido mucha tela de donde cortar y el resultado ha sido de una oreja para el capitalino Pizarro, tres para el de la colonia Santa María la Rivera de la capital, avecindado en Puebla y hecho torero en Tlaxcala, Jerónimo y otras tres para Angelino el de Apizaco. Los otros tres se llamaron “Tonacoyotl” que es “Frutero”, ”Moyamacay”, “Doncello” “Huilacapotztli” que significa “Flauto”, todos aplaudidos, decíamos de salida, pero fue el número 180, “Tlotli”, el que además de ovación hizo escucharse en los tendidos expresiones de admiración; los ¡Oooohhh! y los ¡Aaaahhh! salieron de las bocas de los entusiastas aficionados, por la gran presencia y buen corte del que era eso: ¡Un toro! 
Con el cierra-plaza, el sexto; número 60 “Pitzintli” de nombre, un cárdeno muy claro, caribello, como todos sus hermanos, se nos brindó un espectáculo que bien vale comentar aquí. Su matador José Luis Angelino con muy buen tino y acertadamente, viendo la pelea que el toro dio en el tercio de varas, arrancándose de largo para meter la cabeza debajo el peto y creciéndose al castigo y pelear fuerte con su picador; Angelino ordenó otro puyazo e indicó a su picador Othón Salinas Ortega “El Peque”, que una vez fijo el toro en los medios de la plaza, citándolo, toreándolo con la cabalgadura, convidándolo a la reunión, el toro se arrancó de largo, para ser recibido por el picador que elegantemente levantó, puso vertical la vara de picar, y con la “moña”, la bota metálica en el estribo aguantando la embestida, para hacer el señalamiento de algo que ya estaba visto, nada más para que los que lo habían visto lo vieran bien. Preciosa, divina escena con el casi ensabanado, cárdeno claro, botinero, arrancándose por segunda vez contra el caballo a muy buen y jarifo trote llevando la cabeza abajo en bonita embestida: ¡Los que lo vimos lo disfrutamos, los que no fueron, se lo perdieron! Estampa de lo que ya no se ve en nuestros días y sólo se puede apreciar en las ilustraciones de los libros y textos de tauromaquia.
Pero, ya antes otros dos toros habían entusiasmado al público con el espectáculo de desprender los burladeros: el lateral de aviso y el central de matadores. Claro está que puede discutirse y así ha ocurrido en los comentarios de la semana; “que era una plaza de pueblo”, “que los burladeros pudieron estar deficientemente colocados y ajustados al piso o que los polines que los soportan no eran los suficientemente largos”, pero lo bello de lo ocurrido y que llenó de asombro a los espectadores, fue la fuerza, la codicia con la que los bureles se ensañaron contra las maderas de protección, y sobre todo ver las caras de espanto, de temor, de los actuantes que tras ellos se resguardaban y verse súbitamente frente al toro, sin la mencionada protección del burladero, para fortuna d ellos, los toros tuvieron tal celo, y codicia contra los mederos que hicieron por ellos y a cornadas les llevaron prácticamente al lugar que quisieron, cambiándolos de sitio en el ruedo. Esto se llama bravura pura y bien valió el haber estado ahí. Por la tarde en el comelitón de fiesta del pueblo la gente no salía de su asombro y regocijo y los que no se dieron abasto para recibir mil felicitaciones fueron los “ganaderos de bravo”; Paz Virginia Yano Bretón y su hermano Sabino de mismos apellidos.   
 
 
Fotos Ángel Saínos
 
El burladero de “matadores” vuela por los aires ante la mirada de asombro y susto de los aficionados.
 
El burladero lateral de aviso materialmente gira y da la vuelta ante la fuerza de las embestidas del cárdeno de Tenexac. 
 
Como tabla de merenguero, sobre la cabeza anduvo trayendo el toro el burladero llamado “de matadores”, el más grande y pesado, hasta ponerlo en el centro del ruedo.   
 
Así, de largo, muy de largo se arrancó el cárdeno claro contra el caballo de pica, después del primer puyazo y bien sabiendo a lo que iba.