Nada más por el gusto de ver el entradón que provocó su señorial presencia en los tendidos de La México.
Nada más por ver, por disfrutar el coraje que han hecho los ardidos, atacantes, vociferantes y detractores del Estelles, re-te que ha valido la pena que el Juez Jesús Morales, auxiliado por Juanito Vázquez, por cierto, también disfrutamos lo del nombre del toro “Pariente”,sacara el pañuelo verde para otorgar el rabo.
Con este, es el cuarto obtenidopor sus actuaciones por el Caballero en Plazaen la gran y setentenaria plaza.
Se trepa así Pablo a la cabeza de la lista de los hispanos cortando el preciado y esquicito trofeo guisado en estofado. Le siguen en la lista: “El niño de la capea”, quien cortó tres rabos, “Manolete”, Enrique Ponce y Julián López con dos.
Y, uno de los toreros españoles más queridos en México Paco Camino solamente cortó uno. No se puede dejar de mencionar al llamado “Lobo” portugués Manolo dos Santos,que en una sola tarde—caso único—,cortó dos rabos.
De seguro, muchas farmacias se quedaron sin Kaopectate, Kaomicyn o Kaopec Simi por la diarrea que les dio a quienes, por ardidos no pueden ver triunfar a Pablote y sobre todo al ver la sonrisa de oreja a oreja del apoderado Mario del Olmo.
Otro verdadero acontecimiento —que los que tenemos buen gusto, perdón por la falta de modestia—, no podemos dejar pasar, es el regreso a la fiesta, regreso triunfalista del clasicismo, la sobriedad y la soberbia elegancia al torear, cosa de la que ha dado cátedra Enrique Ponce.
Ojalá, Dios lo quiera y lo permita, ya queden atrás, olvidados para siempre el folclorismo; la pirotecnia de capote, los barrocos afarolados y el titeretismo al torear.
Y, también a Dios pedimos que no permita más que los tendidos se dejen llevar por los malabarismos de capote o inverosímiles por antiestéticos pares de banderillas a ritmo de bien soplado rehilete.
Lo hecho por Ponce rayando en el clímax de la estética, sí bien, años antes fue criticado y hasta llegaron a etiquetarle como el “retorcido”,ahora ha entrado en el gusto de muchos por sus dosantinasgenuflexo, deletreando el temple y el mando en un alarde de plasticidad, muy de su estilo y que sólo a él le van por lo que se convierten en inimitables, concluidos con el cambiado de manos a la salida del pase que ponen a La México de píe.
Pero labrando y sembrando la tierra del saber y el conocimiento de lo bello en los toros, mucho debe saberse lo hecho en la plaza de Vistalegre, Madrid el mismo domingo por un increíblemente renovado David Mora, su toreo, su reaparición descrita por el mismo autor como:“exhalando en cada trazo un pedazo de corazón, una flor de pura vida”
Incluimos en esta nota dos fotografías que resultan maravillosamente sobrias por la manera de dejar caer capote y muleta, así, simplemente a su caída natural, mientras pasa el burel; en el lance de capa el desmayo de las manos resulta esplendido en el relajamiento del toreo, y en el de muleta, esas maneras de mandar con simplemente decir;“es por aquí”a un toro que noble, obediente mete la cabeza por donde le indica el mandón torero. “Lo que convierte al toreo en el organismo más vivo que pueda existir, porque baila con la muerte con tal naturalidad de quien sabe que ambas forman parte del mismo camino”.Marco A. Hierro.
Por algo decía de manera insistente David Mora que daría su vida por qué ese día – el de su reaparición – llegase y le llegó de gran manera el gran día. ¡Otro torero con clasicismos habemus!
1.- Amoy señor del número de rabos. Cuatro cortados por un hispano en La México, Pablo Hermoso de Mendoza.
2.-La señorial figura con mucha solera un muy maduro Enrique Ponce, la belleza del toreo simple y complicadísimamente relajado.
3.-Ha vuelto a imponerse la impresionante belleza de toreo, así, simplemente dejando caer el capote a su aire. David Mora plaza de Vista Alegre, Madrid.
4.-La muleta también en caída natural sin más garigoleos. Toreo naturalmente al natural.