En esto del toro y en muchas actividades del terreno de los espectáculos públicos, lo verdaderamente importante es lograr consensos en torno al actuante. Y, eso, eso es lo que ha logrado Jerónimo en torno suyo.
El domingo por la noche después de su actuación, en las RsSs específicamente twiter la palabra Jerónimo se volvió tendencia, pero insistiendo, en aquello de lograr consenso; dos temas —ahora les llaman topics—, fueron predominantes: 1. El gusto de los aficionados por el Toreo de Jeró y 2. Que su quehacer taurino le hace merecedor de estar en más carteles.
De lo primero: el enorme gusto que la afición capitalina que va a la Plaza a ver el Toreo bueno y NO a dejarse ver, esos que tiene el buen gusto de apreciar lo que bien se hace, les gusta el Toreo de mucha expresividad sentimental del torero, capitalino de nacimiento, tlaxcalteca de sangre y ascendencia y poblano de trascendencia. Expresó la afición que mil veces vale ir a ver ese toreo de tanto sentimiento, que ver galimatías, pirotecnia capoteril o espectáculo cirquence con palitroques. Jerónimo no necesita —gracias a Dios— ir a ponerse de rodillas frente a toriles. Basta desplegar el capote y expresarse a la Verónica para llenar la plaza de emoción.
De lo segundo: ¿Para que tantas oportunidades a coletudos que muchas ya han recibido? No es necesario que las empresas, la actual de La México, y las de provincia, en muchos casos, es la misma, insista en tratar de inventar figuras donde no las hay.
Basta de caprichos y exigencias para aparecer en carteles como figura cuando no lo son y carecen de absoluta simpatía...Y lo que es peor, insisten en acartelar también a la parentela. Prefiere la afición ver arte, sentimiento, inspiración, que adivinar de que lado se va a clavar el torero en el “portagallola” o adivinar, si se tira a matar —de manera heterodoxa— con o sin muleta; con sombrero de palma o jarocho o con pañuelo o corbatín en la mano, para luego salir rebotado y hasta con pisotones en la cara.
Las moscas en la sopa: Existe en la Bibliográfica taúrica un texto: “La LITURGIA TAURINA” Protocolo, Ritual, Etiqueta y Ceremonia en el mundo de los toros. Editorial, ESPASA, autor Alejandro Pizarroso Quintero, texto que debiera no sólo conocerse más, debiera ser obligatorio el cumplimiento de lo que ahí se dice en cuanto al protocolo taurino. Citamos este texto por las faltas, sí no graves, sí muy notorias y verdaderamente antitaurinas cometidas el domingo:
El juez de turno Juez Brown desde el palco, al ponerse de pie para recibir, no sólo el saludo, también el respeto de los actuantes, y más que se solicitaba su venía para la ceremonia de confirmación de alternativa, jamás se descubrió, permaneciendo ensombrerado…
¡Ya ni el merenguero que pasa por la esquina de esta su casa! La verdad ¡Que naques! Y la otra grosería a cargo del testigo de confirmación, que en ambas ceremonias; entrega; el ceder los trastos toricidas el padrino de ceremonia y la devolución de los mismos a cargo del ya Matador Antonio Lomelin, al elegante, de muy buen porte y educación, el padrino Jerónimo. Groseramente; el menudo testigo y con una evidente falta de respeto a sus compañeros permaneció horriblemente enmonterado. Otra vez: ¡Ya a ni el merenguero de por mi casa!
Dicho queda esto: con toreros como Jerónimo las empresas no tienen que andar buscando formulas mágicas, ni brujerías. Pues como bien citan que decía Paquirri – mucho tenía de genio – ‘Como decía aquel gallego’: “Eu no creo nas brujas, pero haber, hainas” “Yo no creo en las brujas, pero de haberlas, hailas”. Y, sí las hay, estas y las musas están con Jeró.
Profundidad, largueza tuvo “Vaquero” de “Caparrica” en hermoso maridaje con la muleta de Jerónimo. (FOTO: J.A. Sainos)
No, no es Silverio Pérez, es JERÓNIMO. (FOTO: J.A.Sainos)
Empuje y bravura en la pelea con los caballos, mostraron los “caparricos”. (FOTO derecha, J.A. Sainos. Izquierd, Plaza México)
La grosería del testigo de no desmonterarse junto al compañero que confirma, en grotesco contraste con la elegancia, educación y porte del padrino Jerónimo. (FOTO: J.A.Sainos)