Distanciado con el arzobispo de Puebla, por haber despojado a la iglesia de una buena parte de terreno para la venta ambulante, porque se apoderó del frente de la Iglesia del Niño Cieguito, para colocar comercio ambulante, que sólo a él le pagaban cuota.
Distanciado del gobierno de Miguel Barbosa Huerta, por negarse a cerrar el tianguis más grande de América Latina, por el tema de Covid-19, alentando a todo el comercio ambulante a no detener sus actividades.
De la mano de la Fiscalía General del Estado, por ser dueño de la empresa de grúas que se encarga del traslado de vehículos asegurados o accidentados.
De la mano del Ayuntamiento de Tepeaca, por múltiples favores, antes y después de las elecciones.
De la mano del crimen organizado, por atenciones obscuras, por debajo de la mesa, entre estas la renta de bodegas o compra de mercancías irregulares.
Luis Salazar Galicia fue ejecutado con disparos de rifles R-15 y Ak-47, a sólo calle y media de la presidencia municipal de Tepeaca, donde se encuentran las instalaciones de la policía municipal y de la Fiscalía General del Estado.
La hora de la ejecución fue promedio al movimiento comercial del municipio, en una calle donde la circulación vehicular es lenta, por las obras municipales que tiene como consecuencia, varias calles cerradas.
Curiosamente no había una sola patrulla o policía, solo comerciantes, que si conocían al líder de la organización Ignacio Zaragoza, además de peatones, a quienes les tocó ver casi en cámara lenta la ejecución. De cómo 16 proyectiles impactaron la cabeza y el cuerpo del conductor de un Chevrolet tipo Chevy, austero, que en la cajuela guardaba un arma escuadra calibre .9 milímetros, abastecida, que la víctima ni siquiera alcanzó a tocar.
Luis Salazar, por lo menos hace dos años fue víctima de un atentado, cuando iba acompañado de su esposa y milagrosamente sobrevivió.
Por este atentado, ante el hecho de que se trataba de un hombre que manejaba millones de pesos por cuotas de vendedores, por lo menos debería de tener un vehículo blindado o guarda espaldas, pero algo sabia o le dijeron que andaba muy tranquilo, ni siquiera tuvo tiempo de reaccionar y quienes lo asesinaron tampoco se preocuparon por quitarle los 50 mil pesos que llevaba en efectivo.
De los trascendidos tras la muerte de quien fuera por más de 30 años líder del comercio ambulante de Tepeaca y sus alrededores hay muchos, lo mismo que motivos, la ambición uno de los principales móviles.
Los primeros en deslindarse se dice, fueron los del crimen organizado, porque no les convenía, la plaza estaba segura y nadie de estos le saltaba a las barbas ni siquiera para cobrarle piso.
La Fiscalía General del Estado tiene ya sus líneas de investigación, que todo apunta no van a llevar a nada, como siempre.
El liderazgo de la organización que dejo Luis Salazar Galicia, se le quedó de manera provisional a uno de sus hijos, pero no descarte el lector que esta se fragmente y que la plaza se vuelva a calentar.
Nos vemos cuando nos veamos.